Trascendencia, sintonía interna y calidad del Ser

Trascendencia… una palabra con una carga energética potente.

¿Qué viene a tu mente cuando la lees?, ¿qué te imaginas?, ¿a quién te imaginas?

Si la buscamos en el diccionario aparecen definiciones religiosas, filosóficas, desde la psicología, la fenomenología y el léxico, por nombrar sólo algunas. Sin embargo, todas ellas convergen en la idea de trasponer una frontera, de aquello que se encuentra por encima de un determinado límite, de ir más allá.

Me atrevería a decir que quizás lo primero que vino a sus mentes (y lo primero que viene a la mente de la mayoría de las personas al hablar de trascendencia), tiene que ver con dejar un legado en otros, con ser recordados por otros por haber hecho algún bien o haber aportado de alguna manera al bienestar o crecimiento, con dejar huellas que luego serán seguidas.

Y desde esta mirada la trascendencia es algo tentador de poner como objetivo o propósito de vida.

Hace unos días, en una conversación con un coachee planteé la pregunta [1]“qué es lo realmente importante para ti” y su respuesta inmediata fue “trascender, dejar una huella, haber ayudado a otros a ser mejores personas y ser recordado por eso”; luego al preguntar “de qué quieres que se trate tu vida”, el coachee me respondió “de ser exitoso. Y para mí, ser exitoso implica trascender”.

En su interior la trascendencia estaba realmente impresa como el propósito de vida, como el objetivo a ser alcanzado…

…y después de la sesión, cuando empecé a revisar mis notas, apareció el siguiente pensamiento: la trascendencia no puede ser un objetivo a ser alcanzado, ni un propósito de vida a ser definido, sino que es una consecuencia de la calidad del Ser que somos y de la coherencia con ese Ser, en la forma en que transitamos nuestra vida.

Si miramos la trascendencia de una manera más profunda, no es algo que uno busque ni que pueda planificar desde lo mental o estructurado, sino que es algo que emerge desde la forma en que nos relacionamos con otros y los movilizamos. Y en esa relación sintonizamos emocionalmente, tocando las almas, las fibras y las vidas… y entonces nos recuerdan como alguien que aportó en ellas de alguna forma y trascendemos.

Entonces, desde esta mirada, la trascendencia no es el fin que uno busca, sino que es el resultado de una vida de profunda conexión interna, de vivir desde el sentido de manera coherente, de respirar el significado día a día y nutrir espacios que permitan que éste emerja y se despliegue. Por lo tanto, necesariamente debemos sintonizar con nosotros mismos primero, conectar con aquello que nos hace sentido, nos nutre y nos entrega significado; un significado profundo, más allá de algo ejecucional… sintonizar con nuestro SER, así con mayúsculas ya que se relaciona con la fuente desde la cual operamos.

Entonces con estas reflexiones vino a mi mente el modelo VIA de Selligman[2]. Modelo que se basa en 6 virtudes humanas y 24 fortalezas de carácter, todas ellas asociadas con resultados positivos para uno y para los otros. Específicamente pensé en la virtud de Trascendencia y en las fortalezas asociadas a ésta: apreciación por la belleza y la excelencia, gratitud, esperanza, humor y espiritualidad.

Todas ellas fortalezas conectadas con el corazón. Leí por enésima vez la definición de cada una y volví a mi reflexión: todas son fortalezas que tienen que ver con el Ser. Sí, todas tienen que ver con traspasar un límite y además todas tienen que ver la conexión con algo más, con el universo, con el significado, con el propósito.

Entonces volví a la definición que Selligman hace de este grupo de fortalezas: sic. “son fortalezas que forjan conexión con el universo y que proveen significado”, y en esta definición hay dos dimensiones: una dimensión individual de la persona (significado) y una dimensión con otros (conexión con el universo).

(vuelve a mi mente la reflexión)… “la trascendencia no puede ser un objetivo a ser alcanzado, ni un propósito de vida a ser definido, sino que es una consecuencia de la calidad del Ser que somos y de la coherencia con ese Ser, en la forma en que transitamos nuestra vida”…

Piensen en una persona que haya trascendido en sus vidas, alguien a quien recuerden porque ha dejado huella, alguien que los ha marcado de una manera potente y positiva… ¿por qué lo recuerdan?; ¿qué características tenía esa persona?; ¿en qué minuto los marcó?. Dense 3 minutos para escribir sus respuestas, ¿qué aparece en ellas?.

A veces basta una conversación durante un café y alguien toca nuestra alma, dejando su huella impresa en nosotros, para siempre.

Cuando pienso en trascendencia, pienso en mi abuelo paterno: Rafael Di Domenico Nocera, profesor de música del San Ignacio, Verbo Divino y Patrocinio San José en los años 60’. Y recuerdo cada vez que he estado en una empresa y algún gerente se me acerca para preguntarme si soy pariente de Rafael Di Domenico, quien fuera su profesor de música (o profesor de coro) porque lo recuerdan con especial cariños por su calidad humana. Y es esa característica la que todos recuerdan: la calidad humana, y desde allí, trasciende. No es por algo que hizo, sino por quién fue en su relación con otros.

En la Teoría U se habla de la fuente desde la cual operamos[3] e Ignacio Fernández habla de la calidad del ser energía[4] y estos son dos de los conceptos que a mí más me hacen sentido y con las cuales sintonizo sobre todo al hablar de trascendencia, ya que es desde aquí desde donde conectamos con otros, por los que la fuente y la calidad del Ser pasan a ser predictores de la calidad de la relación.

Por lo tanto es desde adentro hacia afuera. Desde el Ser hacia otros y hacia el Universo. ¡Entonces se me aparece una paradoja!: Para trascender (en otros), tenemos que poner el foco de desarrollo en nosotros. En nuestra construcción como seres mutidimensionales, en la calidad de la fuente desde la cual operamos, en conectar con aquello que nos entrega significado, en nuestro propósito, en el tipo de energía que habitamos, desplegamos y expandimos, en reconocer aquello que valoramos, en el tipo de vida que queremos vivir y en la coherencia de cada decisión con ésta…

(Sí, mi mente parece disco rayado) “la trascendencia no puede ser un objetivo a ser alcanzado, ni un propósito de vida a ser definido, sino que es una consecuencia de la calidad del Ser que somos y de la coherencia con ese Ser, en la forma en que transitamos nuestra vida”…

Esto no puede ser actuado, preparado ni impuesto (“quiero trascender”), sino que surge de la relación diaria con otros, de una relación de calidad, con presencia presente, con una sintonía tal que es capaz de dejar esa vibración de manera permanente en el otro, para siempre… y desde allí trasciende…

Que tengan una hermosa última semana de Julio.

Fran


[1] Preguntas extraídas del libro Emotional Agility, de Susan David. Cap. 6, Walking your why.

[2] Para mayor información sobre el modelo pueden visitar la página https://www.viacharacter.org/

[3] The Essentials of Theory U, Otto Scharmer. BK Publishers, 2018.

[4] Ignacio Fernández, LEAD Institute. Charla “Liderazgo efectivo para el alto desempeño”, Marzo 2019. https://www.youtube.com/watch?v=boKsDHtXAjI

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