La práctica es multidimensional

Siempre me he definido como una persona deportista. He practicado diferentes deportes desde los 4 años y nunca he parado ya que es parte de mi vida, de lo que me hace sentir bien y de ser quien soy.

Durante mucho tiempo escogí deportes “fuertes”, aquellos que me permitían “quemar mi energía ilimitada” (como me decía mucha gente), basketball, atletismo, gimnasia olímpica… por allá por el 93’ llegué incluso a ser seleccionada nacional de Water Polo y me tocó ir a representar a Chile fa sudamericanos un par de veces.

Hasta que el 94 encontré las artes marciales. El kickboxing específicamente, con el que seguí hasta el 2018, llegando a ser cinturón negro 3er dan. Es un deporte que amo y que en 24 años de entrenamiento forjó gran parte de quien he sido durante mi vida.

Entre medio de esos 24 años de entrenamiento por una lesión tuve que parar el 2006 y comencé a practicar yoga. Ashtanga. Me apasioné y practiqué durante 2 años todos los días… pero aún necesitaba la adrenalina del Kick.

Trabajaba en el área comercial de una empresa de retail, seguía con mi energía ilimitada y mi sensación de “tener que botar energía por todos lados para sobrevivir”, por lo que después de un par de años de hacer kick y yoga, volví 100% al Kikcboxing. Hasta que el 2018 algo cambió en mi, algo pasó que decidí colgar guantes, bucal y canilleras… y volver al yoga.

Y así van dos años seguidos de práctica constante de Yoga, y ahora sé que no lo voy a dejar.

Me imagino que en este momento deben estar pensando:

“Super interesante tu vida deportiva Fran, pero ¿qué tiene que ver esto con liderazgo, coaching, desarrollo de personas, desarrollo de estrategias y las cosas que siempre escribes? 

¡Muchísimo! Porque el paradigma de que cuando estamos completamente estresados o tenemos mucha energía tenemos que quemarla, sacarla, botarla (a golpes si es necesario) es uno de los más comunes que he encontrado a todo nivel, en todas las personas, todas las organizaciones, en todos los lugares y dimensiones.

“Necesito un punchingball para desestresarme”; “necesito correr sin parar”; “una clase a la vena, que me deje bien transpirado”, etc… son frases que siempre escuchamos.

Y sí, esto es realmente importante y ayuda muchísimo… pero es sólo una parte de lo que necesitamos. Efectivamente estamos botando, para luego llenarnos de nuevo y cuando estemos llenos, volvamos a botar… y así eternamente.

¿No suena muy eficiente el proceso cierto?

Somos un recipiente que se llena y vacía constantemente, sin hacer nada más al respecto.

En un artículo que escribí en Agosto del 2019 mi reflexión me llevó a decir que el desarrollo sólo desde lo mental/cognitivo se quedaba corto, porque el ser humano es cuerpo emoción y mente[1], por lo que la construcción debía ser multidimensional, pensando en el desarrollo humano.

Cuerpo, emoción y mente…

Si lo aplicamos a la práctica deportiva y al ejercicio, entonces con el entrenamiento a la vena, fuerte, que nos deja empapados de transpiración, tirados en el suelo con una enorme sensación de satisfacción y logro… le falta algo.

El entrenamiento sólo físico se queda corto. Nos falta la emoción y la mente, que también deben tener su práctica propia.

En el yoga, detrás de cada Asana hay un trabajo potente.

En general el que se ve para todos, es el trabajo físico: el fortalecimiento del cuerpo para sostenerse; la flexibilidad para abrir, torcer, doblar; la potencia para transitar la práctica completa.

Pero hay dos dimensiones de práctica más, igual de importantes y que en general no se ven hacia afuera, sino que las vemos, sentimos y vivimos “hacia adentro”.

Una de estas dimensiones es la mental. Al inicio es el pelear con los pensamientos que nos distraen, nos bloquean, nos sacan de foco… con la práctica, la pelea se convierte en conversación, y al pasar el tiempo simplemente en la contemplación de lo que emerge, para dejarlo ir tal como llegó: fugazmente y sin ataduras.

Esta dimensión de práctica es difícil, porque estamos acostumbrados (seteados diría yo) a siempre “meterle cabeza” a las cosas, a prestar demasiado atención a nuestros pensamientos, a actuar en base a ellos.
Por lo tanto esta dimensión de la práctica, representa un grado de dificultad mayor que el físico. Requiere más esfuerzo para, conscientemente, desapegarnos de nuestros pensamientos (que bloquean y generan ruido).

La tercera dimensión de la práctica, y la más compleja, es la emocional. Aquella que implica sintonizar con la emocionalidad que estamos sintiendo, estar disponibles a ella (¿qué nos está mostrando?) y luego hacer algo al respecto. Integrarla para que nos alimentemos de esa energía y que no se convierta en una traba.

Generalmente la emoción es de miedo: “no me va a salir”, “y si me caigo?” “Estaré haciendo el ridículo?” “Quién me mandó a pararme en las manos”….

Y si nos quedamos ahí, nos paralizamos…. en cambio, si sintonizamos con el miedo, estamos disponibles a él, buscamos el mensaje positivo que nos quiere dar y lo integramos, entonces ahí nos movilizaremos y tendremos un avance.

Los avances son ínfimos si lo vemos desde la  postura hacia afuera, pero son enormes cuando los tomamos hacia adentro: que la cadera ceda 1mm implica que nuestras emociones estancadas se movilizaron; que el paro de cabeza dure 2 segundos en vez de 1, implica que nuestra fortaleza emocional es mayor; que sostengamos el equilibrio en una postura implica que nuestros pensamientos no interrumpen el fluir…

Cuerpo, emoción y mente son indivisibles porque el ser humano es indivisible. Estamos formados por las 3, somos las 3, habitamos las 3 y transitamos por las 3, y debemos darle atención a las 3: nutrirlas, trabajarlas, descansarlas, cuidarlas.

En equilibrio.

Si realmente buscamos el desarrollo del ser, la atención debemos ponerla en los 3 lugares.

Si queremos desarrollar nuestro liderazgo, nuestra carrera, nuestra capacidad estratégica, a nuestros equipos y nuestra organización, necesariamente debemos mirarnos hacia adentro y conectar con nuestra emoción, reconocerla, integrarla y transitarla; ser capaces de tomar nuestro mapa mental, arrugarlo y tirarlo a la basura para construir uno nuevo cuando ya no nos es útil; mirar nuestros pensamientos y debatir con ellos el criterio de validez.

Desarrollarnos de manera multidimensional, porque así somos los seres humanos.

No necesitan pararse de cabeza, ni pegar patadas giratorias, ni meditar horas.

Basta con ser conscientes de nuestra naturaleza multidimensional y nutrir cada una de las partes, según a cada uno le acomode.

Como dijo algo vez Rodrigo Zambrano magistralmente “pocas actividades sostenidas en el tiempo”. Él lo dijo refiriéndose a trabajar bienestar organizacional, pero si lo veo ahora, sirve para el bienestar a todo nivel.

El entrenamiento, tal como la práctica y el desarrollo humano, es multidimensional.

Namasté!

Que tengan un hermoso febrero.

Fran

PD

Agradecimientos especiales a mi querida Maca Mateluna, que por la práctica maravillosa de hoy en la mañana, me inspiré.


[1] https://www.linkedin.com/pulse/en-construcci%C3%B3n-multidimensional-francisca-di-domenico-madrid/

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