Siempre se habla de la importancia del Líder para lograr buenos resultados y para que las personas estés felices, motivadas y a gusto. Existen miles de teorías, modelos, herramientas, manuales y libros que ayudan a que las personas sean mejores líderes.
Siempre está dando vueltas la pregunta “¿el líder nace o se hace?” y sobre eso se construyen miles de teorías más.
En Agosto realicé una intervención en un Ministerio por problemas de clima organizacional y en el diagnóstico realizado, las personas indicaron que existía una diferencia clara entre lo que denominaban “jefatura” y aquello que denominaban “liderazgo”. Siendo el primero aquél que se preocupaba de velar por el cumplimiento de los resultados, y el segundo aquél que, además de preocuparse por los resultados, se preocupada por las personas: su desarrollo, crecimiento, estado anímico, bienestar, etc.
Y para mi, esa es la base del liderazgo. Más allá de si es situacional, transformacional, tradicional o whatever.
Nuestra amiga Wikipedia define el liderazgo como “conjunto de habilidades gerenciales o directivas que un individuo tiene para influir en la forma de ser o actuar de las personas o en un grupo de trabajo determinado, haciendo que este equipo trabaje con entusiasmo hacia el logro de sus metas y objetivos.” ¿Y qué es lo que hace que alguien (nosotros) trabajemos con entusiasmo? .
Entendamos la definición más primitva de entusiasmo, la griega obviamente. Para los griegos, entusiasmo significaba “tener un dios dentro de sí”, por lo tanto, la persona entusiasmada era aquella guiada por la fuerza y la sabiduría de un dios, capaz de hacer que ocurrieran cosas. Es una “exaltación del ánimo que se produce por algo que cautiva o que es admirado”.
Entonces, trabajar entusiasmado, es trabajar en estado de admiración (una de las 10 emociones positivas básicas), es trabajar teniendo un dios dentro de si. Y eso amigos míos, es lo que debe lograr hacer el líder con sus equipos.
Y eso, no se logra a través del uso de herramientas, modelos o teorías de forma autómata.
Cuántas personas conocen que han pasado por cuanto curso, charla, diplomado, etc de liderazgo existe, y aún así no logra que sus equipos estén motivados, que sus equipos brillen, que estén en estado de flow.
En los últimos años trabajando con personas y equipos, me he dado cuenta que existe una brecha enorme en los que debiesen ser líderes en Chile (me remito a Chile porque es la realidad que conozco bien). La mayoría de las veces son personas con una formación técnicas y profesional de excelencia, que han hecho todas las capacitaciones que deben en liderazgo, comunicación, presentaciones, etc. Sin embargo, les falta lo más básico de todo: el conocimiento real de los colaboradores que conforman sus equipos, la conexión con ellos desde la persona, la preocupación verdadera por querer que cada día sean mejores, el orientarse a tener un equipo que brille y que fluya. Sin eso, no hay capacitación ni curso que surta efecto.
Ya son demasiadas las veces que me ha tocado escuchar a equipos desmotivados porque “la nueva jefatura nunca nos preguntó qué hacemos ni cómo lo hacemos, simplemente llegó a imponer una nueva forma de hacer las cosas”, la forma que asume “correcta” porque por algo lo contrataron. Sin embargo, el ejercicio de preguntar al equipo que tiene experiencia y conocimiento cómo hacen las cosas actualmente y por qué, entrega información realmente valiosa sobre lo que hay que dejar de hacer, qué hay que seguir haciendo y qué debemos comenzar a hacer. Además, permite generar vínculo, conocimiento, confianza y motivación con los equipos.
Ignacio Fernández, en su libro “Felicidad Organizacional”, habla del “Liderazgo firme pero cercano. Firme con los procesos y objetivos, y cercano con las personas”. Para mi, no puede haber liderazgo si no es cercano, si no considera a las personas como la base para el logro de los objetivos.
El lider es aquél que entiende que él es lo que es gracias a su equipo; y así también su equipo es lo que es gracias a él. Si el equipo brilla, el lider brilla. Así de simple.
Hasta hace un tiempo, encontraba que el modelo de Liderazgo Situacional era potente porque consideraba la madurez del equipo así como sus competencias, y entregaba lineamientos claros de qué hacer en cada uno de los 4 niveles en que las personas podían encontrarse. Sin embargo, ahora me doy cuenta que este modelo (como la gran mayoría de los modelos) se centran en las características del equipo, es decir, pone la responsabilidad “fuera” del líder: “dado que el equipo o personas es así, debes liderar asá”. Pero ¿sabemos por qué la persona es (o está) así? ¿por qué pasa de un estado de motivación a uno de desmotivación de un instante a otro?. Lo más probable es que no… a menos que seamos un lider accountable, es decir, que se hace cargo.
Un lider que se preocupe de capacitar de forma constante a sus colaboradores, que de retroalimentación de forma periódica de manera de conocer el estado de cada uno de los miembros de su equipo y pueda tomar acciones rápidamente en los casos necesarios, que reciba retroalimentación constante para ir mejorando, que piense que todas las personas de su equipo podrían reemplazarlo en cualquier minuto para que él pueda ser “libre” (de cambiarse de trabajo, de enfermarse, de tomarse vacaciones, de ser ascendido), porque no hay nada peor que se indispensable. Que brille junto con su equipo, que “ponga el pecho a las balas” frente su equipo, que sea capaz de reconocer y agradecer el aporte de las personas, que sea capaz de entregar sentido a lo que hacen… ese es un lider accountable, ese es un lider cercano… ese es un lider.
Y no se necesitan grandes inversiones en modelos, capacitaciones ni miles de talleres. Simplemente se necesita la capacidad de dejar el Ego colgado en un closet y ponerse en su reemplazo la humildad, la admiración, el orgullo, el agradecimiento y el amor.
La humilidad para darse cuenta que uno es lider gracias al equipo, que siempre hay algo por aprender del otro, que todos cometemos errores y que siempre hay alguien que sabe más que nosotros.
La admiración por cada uno de los miembros del equipo y por el equipo en si mismo, por los logros obtenidos.
El orgullo por ser parte de un equipo como el propio y por los logros alcanzados.
El agradecimiento a cada uno por el trabajo que hacen y la entrega con la que lo hacen, y el agradecimiento por poder hacer lo que le apasiona.
Y el amor que da el hacer lo que te gusta y te apasiona, aquello que da sentido a la vida.
Y con esto finalizo: el sentido. Un lider debe ser capaz de dar sentido a su equipo. El sentido es la base de todo lo que hacemos, por el sentido nos movemos y actuamos, por el sentido damos siempre un poco más, por el sentido, somos lo que somos.
Un equipo sin un sentido claro, es un equipo que andará a la deriva, realizando acciones inconexas, con esfuerzos desperdiciados por todos lados.
El sentido es el corazón que nos hace vivir. Que nos hace brillar. Que nos hace soñar.
Y como buen corazón, hay que cuidarlo, trabajarlo, mantenerlo en forma, alimentarlo y mimarlo. Y esa labor es del Lider.
Por lo tanto una parte fundamental y estratégica del trabajo y responsabilidad del lider, tiene que ver con conversar y escuchar a su gente, conocerla, motivarla, desarrollarla, apoyarla y reconocerla. Si es capaz de entender esto e invertir tiempo en ello, los resultados se darán solos. Entonces, yo digo “El lider ES cercano”.