Tantas veces escuchamos que la vida no es en blanco y negro, que hay una escala de grises entre medio. Y creo que es así.

Bueno, para mí, que amo los colores, el blanco y el negro son sólo dos colores en medio de un mundo de tonalidades, que además pueden cambiar con brillos, neones y pasteles…

En mi closet creo que hay, con suerte, 2 poleras negras. Nada más. Ningún vestido, ninguna blusa, ninguna chaqueta negra. Todo es colores. Amarillo, naranjo, blanco y azul (en sus diferentes gamas) son los que más encuentro.

“Francisca, el negro también es parte de la vida. Tienes que integrarlo” fue la frase que me dijo en una clase maravillosa Eduardo Escalante cuando hablábamos de los colores en el Diplomado de Equipos Efectivo. En ese momento lo tomé como la importancia de integrar aquello que incomoda, quizás las sombras, quizás flexibilizar. Soy obediente cuando trata de desarrollo interno por lo que le hice caso: agregué un par de faldas negras y traté de incluir más negro en mi día a día… reconozco que me fue difícil. Muy difícil.

Algo tiene el negro que me cuesta integrarlo. La ausencia de color, de brillo, de vida. La ausencia…

La sintonía es estratégica. Es una frase que acuñé el 2009 y que resuena fuerte en mí, siempre, a todo nivel, en todas las dimensiones.

Sintonizar internamente y sintonizar con otros.

Esa conexión profunda, más allá de la emoción, desde el Ser. Desde el sentido, desde lo que nos moviliza, desde lo que nos nutre, desde algo que puede sentirse en las entrañas. Quizás incluso llamarlo ancestral o fractario se asemejaría más a lo que quiero describir.

Sentir que somos fractales del mismo Ser, de la misma consciencia, del mismo emocionar, del mismo corazón . Y en ello fluimos en sintonía, sin roce, sin traba, sin egos… sólo nos movemos hacia lo emergente en la misma frecuencia del Ser.

En los últimos 4 meses he transitado 4 situaciones complejas desde lo que podría llamar emocional/personal/profesional. Situaciones que me han generado diversos estados emocionales displacenteros, que me han hecho parar, sentir, abrazar esa emocionalidad, conectar con mi yo más profundo, conectar con mi propósito y mis valores guía [1] y desde allí reconocer el mensaje de la emoción y utilizar la energía de ésta para movilizarme[2].

No suelo tomar decisiones apresuradas. No ahora al menos.

Quizás hace 15 años (en mi otra vida como suelo decir), cuando trabaja en retail o en consumo masivo y vivía en piloto automático, sí. Tomaba decisiones y actuaba sin consciencia. Sin sintonía. ¿La emoción?, eso no existía como parte de lo importante a considerar. “Ser emocional” era casi un insulto, algo que jugaba en contra de la carrera profesional. De Ser Profesional.

Hoy no. No tomo decisiones apresuradas. No reacciono a mi sentir, sino que lo vivo, lo abrazo y lo dejo aparecer para luego sintonizar con él y saber qué me está diciendo: por qué reacciono, por qué es importante, a qué reacciono, cómo lo gestiono, cuál es el aprendizaje.

No tomo decisiones apresuradas. Busco siempre quienes me ayuden a iluminar mis puntos ciegos, quienes me ayuden a encontrar el aprendizaje y el sentido.

Tomo decisiones sintonizadas con mi Ser, con mi propósito, con mis valores guía, con quién soy y con quién quiero seguir siendo.

Han sido meses intensos, entonces, desde lo emocional. Desde lo racional también, ya que ha implicado tomar acción y sostenerla.

Y estoy realmente agradecida de la vida de contar con una red hermosa, potente y disponible cuando lo he necesitado. Personas que han estado presentes para escuchar profundamente e iluminarme, nutrirme con su mirada y acompañarme.

En una conversación con un amigo muy querido (un mentor, un gatillador de consciencia, disruptivo e incómodo, como lo describí en 4 adjetivos que me pidió de él), alguien a quien no sólo aprecio muchísimo sino a quien admiro por quién está siendo, él me dice “tendemos a pensar en el todo o nada, pero creo que en la evolución, estas situaciones están invitando a los grises”. Y esto me quedo dando vueltas.

Nuevamente aparece el negro. Porque para el gris, es necesario el negro. Nos ponemos en los extremos de blanco y negro, y vamos por la escala de grises nuevamente. Y me cuesta.

Me cuesta moverme en los grises. Me cuesta moverme en una línea que “puede ser pero no es”. Para mí hay algunas cosas en que la escala de grises no aplica:  la ética es o no es; el cariño y el cuidado por el otro es o no es; operar de una fuente de bondad o de una fuente extractiva, es o no es.

Sin embargo, para otras cosas sí existe escala de grises, entonces la pregunta que me surgió fue:

¿cuál es el tono de gris desde el cual estoy dispuesta a operar?. Y vino una nueva conversación con mi amigo donde (nuevamente) actúa como el generador de consciencia que es: “quizás lo importante es chequear cuál es el nivel de consciencia del otro. Mirar con distancia el nivel de consciencia del otro, a mí me parece que configura el nivel y el tipo de relación que pueden sostener”.

Y ahí nuevamente yo reflexionando sobre ello. No tiene que ver con estar todos en el mismo nivel de consciencia, no. No es eso. Sería muy ególatra moverme desde allí y ególatra no soy.

¿Con qué tiene que ver, esto,  para mí?

Entonces conversando con otro gran maestro, mi terapeuta, aparece el concepto de “personas que operan en la instrumentalidad”. Algo totalmente válido… pero que sin embargo conmigo no resuena. La instrumentalidad está por debajo del tono de gris donde para mí comienza la escala en la que me muevo.

En la instrumentalidad hay ausencia de cariño, ausencia de cuidado. En la instrumentalidad hay alineación, no hay sintonía.

(Algo tiene el negro que me cuesta integrarlo. La ausencia de color, de brillo, de vida. La ausencia…)

Y es mientras escribo estas líneas que me doy cuenta que el problema no es el color negro, el problema es que para mí la asociación es con “ausencia de”, y eso me duele.

¿Cómo podemos sobrevivir, convivir y tener un buen vivir si hay ausencia de cariño, de cuidado y de validación por el otro como legítimo otro?

¿No es acaso el ser humano un ser social por naturaleza?

Los norteamericanos tienen la frase “let’s agree to desagree” (estemos de acuerdo en que no estamos de acuerdo), si a ella le sumamos lo que decía el Dr. Humberto Maturana de validar al otro como un legítimo otro aún sin estar de acuerdo, entonces debiese resultar sencillo sostener relaciones saludables, sobrevivir, convivir y tener un buen vivir.

¿Entonces por qué se nos hace tan complejo?

Lo que yo he aprendido en este último tiempo es que para mí la Sintonía lo es todo. Y que esa sintonía tiene relación con el Ser, con los valores guía, con el propósito, con la ética y con el alto estándar. Es en todos estos elementos en los que me muevo en el todo o nada. Porque son parte de mi esencia, de mi Ser.

Durante mucho tiempo he dicho que la lealtad es un valor guía para mí (tengo un artículo escrito hace años al respecto) [3], sin embargo en una conversación con dos mujeres realmente power una tarde de esta semana, donde hablamos de ello, me di cuenta que no es la lealtad por la lealtad. Tiene que ver nuevamente con el cariño y el cuidado, con la validación y el ser vista, con la preocupación y la coherencia.

Y es así como definí que los valores que para mí movilizan mi vida, me hacen sentido, me nutren y me permiten fluir con otros son: la coherencia y la profundidad de mirada; el cariño y el cuidado del otro; el valor del propósito colectivo por sobre el individual; el valor de ser vista y validad en mi emocionalidad, y de ver y validar al otro; el valor de la excelencia.

Han sido meses complejos. Este martes le dije a mi marido “uff ha sido una semana intensa”, y él me respondió con un chiste de Tintín haciendo referencia a que recién era martes (excelente para distender un poco el momento).

El tiempo medido en una escala emocional pasa a ser tiempo cuántico: se encoje o se alarga según el estado emocional que habitemos.

Han sido meses complejos, dolorosos, incómodos, de muchísimo aprendizaje, de muchísima conexión interna, de muchos darme cuenta, de sintonía profunda conmigo y con otros. Como es la vida.

Agradezco cada minuto haber elegido el camino de la introspección, del desarrollo del Ser, de la consciencia, de la sintonía interna. Cada incomodidad, cada dolor, cada tristeza.

Agradezco haber integrado el negro quizás no de la forma que Eduardo Escalante quería que lo hiciera, pero sí como aquél que me permite mirar el contraste para saber qué color es el que quiero habitar.

Lo instrumental, lo vano y lo superfluo, están por debajo de mi escala de grises.

Yo escojo lo real, el cuidado, el cariño, la compasión profunda por sobre la empatía vana, el corazón por sobre el cascarón que lo envuelve. Con todo lo que ello pueda significar. Con todos los duelos que haya que transitar.

Como dijo Brene Brown en su Ted Talk “The power of vulnerability”: “La incomodidad es la Puerta de entrada a una vida con sentido”.[4]


[1] Siguiendo el maravilloso proceso de Agilidad Emocional propuesto por Susan David. Emotional Agility.

[2] Según lo planteado por Oscar Anzorena. Libro Maestría Personal, El camino del Liderazgo, Capítulo 3 “Fortaleza Emocional”.

[3] “La importancia de estar alineados desde los valores”. Francisca Di Domenico, 2018. https://www.linkedin.com/pulse/la-importancia-de-estar-alineado-desde-los-valores-francisca/?trackingId=GGNCOfDMRS%2BbvYUUCjxdLg%3D%3D

[4] https://www.youtube.com/watch?v=iCvmsMzlF7o

Scroll al inicio