El desafío adaptativo de la vida

Este escrito partió desde una broma. Mi Iphone -al que le había cambiado la pantalla hacía 3 días porque al caerse en la terraza, ésta se trizó en mil pedazos- volvió a caerse mientras llevaba a mi hijo dormido en brazos a su pieza. Cayó desde la escalera hacia abajo. Y murió. No sólo se trizó la pantalla, sino que murió por completo.

Asique por mientras estoy con un Android del año 1. Primero que todo, soy una MAC Lover asique me siento neanderthal usando este aparato y ¡¡el teclado es demasiado incómodo y no puedo escribir!!

Chateando con un amigo al que le contaba mi drama, me dice “tómalo como un desafío adaptativo”. Y la broma en realidad no era tan broma. O mejor dicho no lo es.

Y me puse a pensar en los últimos meses:

  • se me rompió el celular y tuve que adaptarme rápidamente al Android
  • en octubre me robaron mi Mac desde una conocida cafetería, mientras estaba trabajando en un curso que hacía ese día en la tarde (me lo robaron a las 11:00hrs y el curso comenzaba a las 14:00hrs), y no me quedó otra que partir rápidamente a comprarme otro y pasar por alto la rabia del robo (porque todo lo tengo en Dropbox, asique no era problema), la pena de haber perdido 2 años de fotos sin respaldar (por estar demasiada ocupada con otras cosas), la impotencia y la sensación de estupidez por la forma en que me lo robaron… nuevamente adaptarme.
  • En septiembre me robaron mi billetera bling bling maravillosa (de cuero blanco con espejitos chiquititos por todos lados), con fotos carnet de mis ahijados, de mi hijo, de mi ex, mías… ufff. Y me di cuenta cuando llegué al estacionamiento a buscar el auto y no podía sacarlo porque no tenía con qué pagar… como Murphy siempre funciona, fue un día viernes por lo que me quedé sin ni uno hasta aproximadamente el miércoles siguiente que tuve tarjetas en mano y activadas.

En menos de 5 meses 3 tuve que adaptarme rápidamente y seguir jugando como siempre.

¿Y el 2016? Me desilusionó profundamente una persona a la que consideraba muy cercana y casi amiga en el trabajo, lo que me llevó a adelantar mi decisión de renunciar e independizarme (2 desafíos power).

Me cambié de casa (power al cuadrado).

Decidí cambiar de estado civil (power al cubo).

¿Y el 2015? ¿y el 2014? Suma y sigue…. Uno tras otro. Hasta que reflexionando me di cuenta que no es que exista algún desafío adaptativo de vez en cuando para que seamos flexibles, o crezcamos o whatever. La vida es un gran desafío adaptativo. That’s it.

“Los desafíos adaptativos solo pueden ser afrontados en la medida que se produzca una modificación en las prioridades, hábitos, creencias, etc. de las personas. Requieren ir más allá de los procedimientos habituales, buscando lo desconocido, despojándose de algunas formas muy arraigadas de funcionar, tolerando pérdidas y generando la capacidad de superar las adversidades y prosperar de nuevo.

Las personas muestran resistencias hacia los desafíos adaptativos porque afrontarlos supone tener que hacer renuncias, salir de la zona de confort y transmiten cierta sensación de pérdida de identidad. No se trata de un problema de resistencia al cambio, sino que va más allá, tiene que ver con el rechazo a la idea de “pérdida” y de “incertidumbre” quizá el factor más habitual a la hora de generar fracasos adaptativos.” (sic. The practice of adapatative leadership, Heifetz, Grashgow, Linsky).

Claro, algunos son más fuertes y/o profundos que otros. Algunos cuestan más superarlos, algunos incluso pueden pasarse por alto por lo simples. Pero en nuestro día a día estamos enfrentados constantemente a los desafíos, a la adaptación. Y es esta adaptación la que nos lleva al crecimiento.

Tengo la suerte y doy gracias por estar rodeada de personas maravillosas que son Maestros de vida. Anoche estuve con 3 de ellos, tomándonos un trago, gozando, relajándonos y disfrutando alrededor de una conversación de esas que te enriquecen el corazón y el alma; y te ponen a funcionar la mente.  Mucha de nuestra conversación giró en torno a cómo la vida te va poniendo, una tras otra, situaciones en las que tienes dos opciones: hacer algo o no hacer nada (“hacerte cargo o hacerte el huevón” como diría el gran Gonzalo Muñoz, de TriCiclos).

Mucha gente decide no hacer nada por no querer enfrentar la incertidumbre. Mal que mal, es un salto al vacío, hay pérdida absoluta del control, lo que uno conoce ya no es la norma y hay que comenzar a tejer nuevas redes relacionales (y apalancarse en aquellas redes existentes, lo suficientemente potentes para apoyarnos en el rebote).

Otros, no quieren enfrentar la sensación de pérdida por miedo. Y el miedo en la gran mayoría de las ocasiones nos paraliza: ¿para qué arriesgarse? Mejor seguir en lo conocido, aunque en realidad eso no sea lo mejor o sepamos (porque lo sabemos) que no nos funciona.

Dentro de la misma conversación mi amigo, haciendo referencia a que dadas las experiencias de vida que ha tenido ha cambiado, y eso le ha llevado a no disfrutar de la misma manera las cosas que –quizás- antes disfrutaba, nos decía “igual es una lata porque todo el mundo disfruta de tal o cual conversación y llega un punto en que yo me aburro, y no quiero seguir. Por qué el resto puede seguir y yo no”.

Y la pregunta nuestra fue ¿y por qué sí deberías seguir? ¿Por qué, si uno sabe que ha cambiado se obliga a mantener los mismos rituales, formas, tribus, etc que antes?

“…despojarse de formas arraigadas de funcionar, tolerando pérdidas…”

Hay 3 grandes preguntas que debiésemos hacernos cuando nos enfrentamos a un desafío adaptativo: 1) ¿Qué debemos dejar atrás para sobrevivir y prosperar en este nuevo contexto?, en este nuevo ser. Porque eso somos. Un nuevo ser: más sabio, más completo, más “grande”. Con una mirada diferente.

Y si somos un nuevo ser, ¿por qué queremos seguir con las costumbres antiguas?

2) ¿Qué debemos conservar para mantener nuestra identidad?, porque si bien hemos crecido, nuestra esencia sigue siendo la misma. Esta no varía. Qué de ella debemos/queremos mantener.

3) ¿Qué cosas nuevas debemos aprender? Para este nuevo estado en el que nos encontramos, qué cosas nuevas debemos aprender… porque hay que aprender, ya que el cambio es constante y la única forma de llegar al próximo nivel, es mejorando. Elevándose en el ser.

Entonces, al pensar todo esto me di cuenta que no me había hecho cargo de muchas cosas, y que la vida me estaba recordando esto de mil maneras.

“…despojarse de formas arraigadas de funcionar, tolerando pérdidas y generando la capacidad de superar las adversidades y prosperar de nuevo…”

Y comencé a hacerme cargo. Aún me quedan varias, sin embargo ahora estoy tranquila, serena, en paz… feliz y esperanzada de lo que viene.

Tengo ganas de conocer nuevas tribus, de comenzar nuevos rituales, de reírme más y más fuerte (como lo hicimos anoche) y de decirle a la vida “what’s next”?.

La vida es muy corta y es demasiado hermosa, demasiado interesante, y nos presenta miles de posibilidades a cada minuto… el no aceptar los desafíos, abrazarlos, saltar al vacío y adaptarse, es dejar de lado la posibilidad (o posibilidades infinitas) de crecer en el ser. De ser mejores. De ser más felices y plenos.

Aprovechen que está empezando el año. Que aún están fresquitos los famosos propósitos de año nuevo, y pregúntense ¿cuáles son los desafíos adaptativos a los que me veo enfrentado? Y ¿cómo voy a surfearlos para encontrar cada día olas más grandes?

Un abrazo! Panchi

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